Crit Revolucionária, 2023;3:e001
Resenhas
https://doi.org/10.14295/2764-4979/CR_RC.2023.v3.23
i Universidade de São Paulo – USP, Faculdade de Saúde Pública – FSP. São Paulo, SP, Brasil
ii Pontifícia Universidade Católica de São Paulo – PUCSP. São Paulo, SP, Brasil.
Autor de correspondência: Áquilas Mendes aquilasmendes@gmail.com
Recebido: 03 jul 2023
Revisado: 03 jul 2023
Aprovado: 03 jul 2023
Copyright: Artigo de acesso aberto, sob os termos da Licença Creative Commons (CC BY-NC), que permite copiar e redistribuir, remixar, transformar e criar a partir do trabalho, desde que sem fins comerciais. Obrigatória a atribuição do devido crédito.
El libro «Ética y Política en Karl Marx»1 es muy actual y fundamental para reflexionar sobre la gran contribución de la teoría política trabajada y propuesta por Marx que está implícita en su crítica de la economía política, especialmente en la especificidad del momento contemporáneo en el que en la que varios autores críticos denominan una 'policrisis' del capital2,3. La ‘policrisis’ tiene la confluencia e imbricación de diversas dimensiones de la crisis capitalista: económica (inflación y depresión), ecológica (clima y pandemia) y geopolítica (guerra y nuevas divisiones internacionales). Apoyarse en el pensamiento crítico de Marx es fundamental en este convulso contexto
El libro de Gerardo Ávalos, al ofrecernos el profundo aporte de Marx, no a través de una perspectiva económica de su pensamiento, sino sobre todo en la valorización de su fuente filosófica política en su crítica a la economía política, refuerza la comprensión de este filósofo de Tréveris – como menciona Gerardo – acerca de la comprensión de la sociedad moderna, su lógica estructurante, su organización mundial y sus contradicciones.
El libro ilumina adecuadamente la comprensión de estos tiempos turbulentos del capital y nos permite tener lucidez para enfrentarlo. Tal confrontación no puede caer en la trampa de la izquierda (liberal), que, apuesta en una solución única del Estado, a través de sus políticas públicas, como forma de resolver eses problemas.
Particularmente, en este tema, Avalos profundiza la comprensión sobre la esencia de este Estado, precisamente, «la deducción de la «forma Estado» a partir de la «forma valor», lo que demuestra el vínculo entre la lógica de Hegel y la lógica de la crítica de la economía política. Al entender la«forma-Estado»en este contexto, muestra que su movimiento está ligado a todo el movimiento del capital. Es decir: entender esa esencia es fundamental para percibir los límites de las políticas públicas, por ejemplo. Por lo tanto, no hay solución a través de esta apuesta, ya que existe una relación orgánica entre el capital y el Estado. Eso Ávalos insiste en su argumento más general.
Todo esto se hace más claro en el contexto de la forma política estatal, bajo los nuevos tipos de fascismos que emergen en la escena contemporánea, en algunos países, en los que el Capital y el Estado se articulan para garantizar la necesidad de que este movimiento reproductivo cada vez más violento sobre la explotación de la clase trabajadora (expropiación de sus derechos) en el ambiente de la crisis.
Como sabemos, de forma sintética, la obra de Marx se articula en tres ejes principales: 1) el método dialéctico; 2) la teoría del valor trabajo; 3) la perspectiva de la revolución. Todos estos ejes son discutidos por Ávalos a lo largo de su libro, pero bajo planteamientos creativos y geniales. Para enfatizar aquí al menos el tercer eje, Ávalos ya destaca en la introducción de su libro que si bien el impulso de transformar el mundo, a lo largo de los estudios de Marx, fue atemperado, nunca fue desechado. Para ejemplificar una preocupación de Marx en sus escritos juveniles, Ávalos nos recuerda la decimo primera tesis sobre Feuerbach: «Los filósofos solamente han interpretado de maneras diferentes el mundo; de lo que se trata es de transformarlo»1,(15). Y si seguimos su obra más madura, en «El Capital»4,5,6, Marx revela la lógica del movimiento del Capital, bajo la forma valor, con su fuerte crítica a ese proceso, precisando como nos trae Ávalos en su capítulo 2: crítica de la escisión del mundo moderno, crítica de la enajenación, crítica del fetichismo, crítica de la cosificación, crítica del despotismo, etc.
Todas esas dimensiones, especialmente crítico contra la forma valor nos puede asegurar la fuerza de su perspectiva revolucionaria para transformar esta cruel forma de vida, recuerda Ávalos, una «vida robada».
Por eso, Ávalos deja claro que a través de Marx podemos entender el mundo contemporáneo más violento y con un orden geopolítico global determinado por grupos de poder más concentrados. De ahí que Marx4 nos ofrezca la perspectiva de la revolución social, apuntando siempre a la emancipación humana.
Para asegurar un hilo conductor sobre el carácter revolucionario del aporte de Marx, valorando su ética y política, Ávalos traza un camino muy articulado entre sus 8 capítulos, brindando un itinerario de lectura y reflexión cada vez más amena y profunda.
Comienza, en el capítulo 1, explicando la posición filosófica de Marx, marcada por el materialismo idealista. El tono es provocador cuando afirma: «La posición filosófica de Marx es materialista, pero también es idealista»1(21). Dice: «El punto de vista filosófico de las ideas o formas siempre es «idealista», pues es desde el pensamiento y sus operaciones del pensar desde categorías lo que constituye la esencia de este amor al saber. Solo en un nivel más concreto, y de hecho delimitado históricamente, es posible establecer una posible diferencia entre «idealismo» y «materialismo» y más aún asentar una oposición hasta ético política entre estas «concepciones del mundo»1(21-22). Ávalos dice que a Marx no le queda más remedio que aprovechar la dialéctica hegeliana, para descubrir la realidad del invisible del valor y de los procesos relacionales y las relaciones procesuales. Sin esto, o decir, sin la compleja relación entre el pensamiento de Marx y la filosofía de Hegel, no se puede comprender la lógica del desarrollo del capital. Eso lo insiste Ávalos.
De allí, en el capítulo 2, titulado «De la ética a la política» pasa por la identificación de su crítica a Hegel como economía política, hasta la valorización de la política de la emancipación. Ávalos señala: «el sentido profundo de la revolución de Marx es la emancipación humana como un proceso en el que «cambiar las circunstancias coincide con cambiarse a sí mismo»1(57).
Luego, dejando clara la profundidad de la crítica de Marx, Ávalos pasa a examinar, en el capítulo 3, el documento histórico más leído del mundo, el «Manifiesto del Partido Comunista». Su énfasis está en la fecundidad ética del Manifiesto. Para ello, Ávalos llama la atención sobre la «forma del Manifiesto», en el que el ser humano debe ser consciente de su papel en el mundo. Es decir, según Ávalos, el ser humano debe tomar su vida en sus manos y organizarse según la razón, no dejándose llevar por la inercia del dominio por el que hasta ahora se ha transitado el trabajo.
Del capítulo 4 en adelante, incluidos el 5 y el 6, Ávalos enfatiza la filosofía política de Marx a la crítica de la economía política. Con ello, destaca, en primer plano, la concepción política de Marx que contribuye a la lectura política de «El Capital»4,5,6. Ávalos dice: «es una política en sentido amplio que abarca la deliberación acerca de las formas y los contenidos de la vida en común, pero condicionada por la necesidad, por la amenaza y el riesgo que corre la reproducción de la vida misma». Por lo tanto, concluye: «esta es la política del capital, que se hace mundo, deviene forma imperio y de ahí regresa a las formas ficcionales de las «economías» y las «instituciones políticas nacionales». En este sentido, Ávalos llama la atención de todos: «se mantiene aquí la separación entre la economía como espacio no político y la política en tanto espacio expresamente institucionalizado y encomendado para ser la arena de los acuerdos liberales, democráticos y republicanos»1(86). En esta perspectiva, aprendemos de Marx, a través de Ávalos, que mientras la ganancia sea dominante como fundamento y esencia del orden social, «será indispensable la existencia de un espacio específicamente político que condense institucionalmente la participación de los ciudadanos en las decisiones que los afectan»1(87).
Luego, en un plano siguiente (capítulo 5), Ávalos discute que la teoría política de Marx implícita en su crítica a la economía política contribuye al hablar del Estado en el proceso de producción. Sería mejor hablar de la «forma-Estado» e identificarla como una deducción de la forma valor. Es en este núcleo de la forma valor donde radica el papel lógicamente negativo del Estado, como rasgo esencial de la expresión «forma Estado». Ávalos señala: «el Estado es como un capital negativo (contradicción Hegeliana), es decir, no busca el mismo la ganancia para sí, sino la reproducción del capital en su conjunto»1(113).
Posteriormente, Ávalos, en el capítulo 6, insiste en que la fuerza de la filosofía política de Marx pone al descubierto críticamente las contradicciones de la modernidad, pudiendo así ser llamado un pensador transmoderno, buscando contribuir al debate que fue iniciado por Marshall7 Berman en su libro «Todo lo sólido se desvanece en el aire», escrito hace más de 30 años. El análisis crítico de Marx a respecto del modo moderno de dominación permite entender el capital como un proceso contradictorio de civilización y barbarie. Ávalos dice: «el capital es entendido como un proceso contradictorio que articula la vida de los seres humanos y constituye su humanidad, su caráctercivilizado»1,(131). Pero Ávalos también deja claro que es importante reconocer que en esta forma de civilización también transitan la explotación, la dominación y la exclusión.
A partir de ahí, Ávalos continúa esta reflexión en el capítulo 7, en el que muestra que en la concepción de Marx, el capital no es sólo un sistema económico, sino un modo de civilización que debe entenderse dialécticamente, sumándose a la barbarie. Así, Ávalos argumenta que se vuelve necesario y urgente retomar el estudio de «El Capital»4,5,6 de Marx, reinterpretándolo a la luz del devenir de la humanidad en el siglo XX. Con ello rescata una de las principales creaciones de Jacques Bidet8, filósofo francés, que hace referencia al concepto de «metaestructura». Con este concepto, que se refiere al conjunto de relaciones que establecen los individuos libres, iguales y racionales, que no son sólo relaciones mercantiles, sino también jurídico-políticas, se puede entender mucho más allá de la estructura misma del capital, caracterizada por la explotación, la acumulación de poder y la estructuración de clases, ...su carácter bárbaro.
Finalmente, en el capítulo 8, insiste en el actual rescate fundamental del proyecto filosófico de Marx - tan importante para la actualidad - en el que sostiene la vigencia del socialismo ético. Ávalos nos entrega un mensaje crucial para los tiempos actuales de claros signos de barbarie capitalista: el socialismo de Marx significa la superación, en términos hegelianos, tanto del liberalismo como de la democracia y el republicanismo.
En esta perspectiva, Ávalos argumenta en este capítulo su tesis central de que el socialismo de Marx no es una utopía, sino una construcción filosófica de carácter ético.
Con la turbulencia del capitalismo contemporáneo, se vuelve importante reflexionar sobre su esencia y la persistencia de sus problemas. Sobre esta situación, reiteradas preguntas se están convirtiendo en un lugar común, especialmente entre quienes, como Ávalos, buscan rescatar el socialismo ético de Marx, entendiendo los límites del liberalismo y la democracia republicana, tratando de superarlos.
¿Por qué quedarse en el diagnóstico «institucional» de ataques a los derechos sociales en lugar de entender el mundo capitalista? ¿Por qué insistir en la idea de que los límites de las políticas sociales, por ejemplo, derivan de la irresponsabilidad de algunos gobiernos? ¿Es posible apostar por la construcción institucional, reformas en el estado del derecho, restaurar el estado (con instituciones democráticas), como en algunos países bajo gobiernos progresistas están tratando de hacer, como forma de superar la crisis actual?
Entendemos que, sin una reflexión crítica radical sobre estas cuestiones, es prácticamente imposible responderlas de forma sencilla. Por tanto, para cumplir con una tarea de tal magnitud, el pensamiento requiere una cualidad transgresora que rompa los límites de los análisis cotidianos y de las confrontaciones más sectoriales, como nos ofrece Ávalos en su libro.
Así, nos parece importante comprender la teoría política de Marx implícita en su crítica a la economía política, avanzando en estos estudios de comprensión de la «forma-Estado» en su vinculación con el movimiento del capital, como una deducción de la forma valor, tal como la desarrolla Ávalos.
A su vez, es importante mencionar, por ejemplo, según Ávalos, la crítica hacia una «derivación» como la que hace Mathias y Salama9, de manera mecánica: mercancía-valor-dinero-capital, y luego se inserta el Estado, jugando su papel de interventor en el mundo económico para ayudar al capital a reproducirse. En este sentido, Ávalos argumenta que en este tipo de derivación no existe un rigor metodológico que haga emerger lógicamente al Estado de la forma valor. Para ello, sería necesario pasar de una lógica silogística que fue sostenida por Marx a un esquema silogístico en el que es necesaria una unidad global sistémica y total, considerando el monopolio de los procesos extraeconómicos.
Ávalos es claro en sus argumentos críticos a estos autores:
La forma valor se desenvuelve como mundo económico arrastrando sus contradicciones constitutivas las cuales estallan, por lógica, en las crisis, en las que, sin duda, aparece la necesidad del momento negativo del valor (forma Estado), no solo porque el capital se desvaloriza en sí mismo, sino sobre todo porque para la superación de tal situación se requiere un capital que contradiga su esencia, es decir, un capital cuya empresa no sea la obtención de ganancia1(90).
Para explicar el rol lógicamente negativo del Estado, continúa Ávalos:
No se trata de un capitalista sino precisamente de un capital negativo que cumple el silogismo hegeliano del ser-en-sí, el ser-para-sí, y el ser-en-sí-y-para-sí, es decir, el entrelazamiento de lo Uno (el capital que analizó Marx, en general y en abstracto, como si fuera Uno), lo múltiple (la circulación del capital Uno, pero ahora en el terreno de ser muchos capitales individuales, inclusive fragmentados en acciones, y en perene competencia) y, como tercer momento, de nuevo lo Uno como un capital global, totalidad sistémica autopoiética, capaz de intervenir por cualquier medio para mantener la unidad total1(90-91).
Ávalos argumenta que esta unidad remite a la «forma imperio» y que de ella se deduce la «forma Estado», lo que permite entender nuestros Estados-nación en la periferia del capitalismo, geopolíticamente débiles y subveranos, en general, subalternos a los Estados-nación soberanos de los países capitalistas centrales.
En la búsqueda de una derivación lógico-ontológica de la necesidad del Estado de reproducir el capital, el aporte de Ávalos parece ser sui generis en este sentido. Su interés se orienta hacia u análisis lógico ontológico, apoyado en el aporte de Hegel, para describir la lógica del capital, bajo la explicación marxiana de la forma valor y percibir al Estado (forma-Estado) como un proceso relacional, continuo, cotidiano, que simultáneamente se expresa encubriendo relaciones de dominación generada por la sociabilidad capitalista.
A la luz del denso análisis realizado por Ávalos, podemos discutir con mayor profundidad los interrogantes que han inquietado persistentemente a parte de la izquierda latinoamericana, si es posible construir instituciones democráticas para enfrentar la crisis del capitalismo contemporáneo. A su vez, estamos convencidos, a partir de Ávalos, de que el Estado, como capital negativo, es decir, como forma política del capital, utiliza su institucionalidad, a través de políticas públicas, para gestionar la acumulación global de capital.
Por todo ello, quisiera invitar a todos a la importante lectura de esta obra, pues es un ejercicio hermenéutico de la teoría política de Marx y su comprensión del Capital. Este trabajo inspira a todos a obtener categorías críticas, por ejemplo, a entender cómo se forma el Estado en el mundo del Capital, y sobre todo a reflexionar sobre nuestros Estados de la periferia que son subalternos.
La lectura del libro, si bien tiene un hilo conductor muy preciso entre los 8 capítulos, se puede leer individualmente cada capítulo, según la elección del lector. Ciertamente, este tipo de lectura también brindará el fortalecimiento de la perspectiva crítica para la comprensión de este capitalismo actual, que en su relación dialéctica entre civilización y barbárie, como argumenta Ávalos, se ha presentado mucho más por esta última característica.
Ávalos G. Ética y política en Karl Marx. México: Universidad Autónoma Metropolitana-Xochimilco; 2021.
Roberts M. Polycrisis and depression in the 21st century [Internet].[local desconhecido]: Michael Roberts Blog, 2023 Jan 5[citado23 mar. 2023]. Disponível em:https://thenextrecession.wordpress.com/2023/01/05/polycrisis-and-depression-in-the-21st-century/
Robinson W. Élite de Davos a la deriva frente a “policrisis” del capitalismo global. La Jornada [Internet]. 2023 Feb 17 [citado16abr.2023]. Disponível em: https://www.jornada.com.mx/2023/02/05/opinion/011a2pol
Marx K. O capital: contribuição à crítica da economia política. São Paulo: Boitempo; 2013. Lv. 1.
Marx K. O capital: contribuição à crítica da economia política. São Paulo: Boitempo; 2014. Lv. 2.
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Bidet J. Refundación del marxismo: explicación y reconstrucción de El capital. Santiago de Chile: Lom Ediciones; 2007.
Mathias G, Salama P. El estado sobredesarrollado: de las metrópolis al tercer mundo. México: Era, 1986.