Crit Revolucionária, 2024;4:e001

Articulo original

https://doi.org/10.14295/2764-4979-RC_CR.2024.v4.22

«#O AMOR VENCEU» EN LA VICTORIA DE LULA EN 2022: PERDÓN, ESTRATÉGIA Y ESTADO CAPITALISTA EN EL PENSAMIENTO ANTROPOLÍTICO

Lucia Dias da Silva GUERRAi    

Leonardo CARNUTii    

Áquilas MENDESiii    

i  Centro Universitário Anhanguera, Campus Santana, Curso de Nutrição. São Paulo, SP, Brasil.

ii  Universidade de São Paulo – USP, Faculdade de Medicina – FM, Departamento de Medicina Preventiva. São Paulo, SP, Brasil.

iii Universidade de São Paulo – USP, Faculdade de Saúde Pública – FSP, Departamento de Política. São Paulo, SP, Brasil.

Autor de correspondência: Lucia Dias da Silva Guerra ludsguerra@gmail.com

Recebido: 02 abr 2023
Revisado: 24 set 2023
Aprovado: 24 set 2023

https://doi.org/10.14295/2764-49792RC_CR.v4.22

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Resumen

Este artículo visa reflexionar sobre los rituales del perdón como estrategia política del Estado capitalista. Para ello, optamos por un formato de ensayo crítico para pensar el tema, con el texto organizado en tres apartados. El primer apartado reflexiona sobre el perdón y su eficacia política desde un punto de vista simbólico. La segunda sección trata sobre el Estado capitalista contemporáneo y sus «políticas de perdón» en casos particulares, demostrando que esta estrategia política es antigua y actualmente se está reconfigurando. En la tercera sección, se aborda el caso brasileño de «# OAmorVenceu» en la victoria de Luiz Inácio Lula da Silva en 2022 y cómo esta «retórica del amor» reformula el proceso del perdón, hasta el punto de que ya no lo sea más necesario, subvirtiendo la lógica «pedido-aceptación-reconciliación». Finalmente, se tejen breves consideraciones finales con el fin de encaminar reflexiones hacia nuevas observaciones.

Descriptores: Perdón; Estado; Antropología; Crítica; Marxismo.


“#O AMOR VENCEU” NA VITÓRIA DE LULA EM 2022: PERDÃO, ESTRATÉGIA E O ESTADO CAPITALISTA NO PENSAMENTO ANTROPOLÍTICO

Resumo: Este artigo tem como objetivo refletir sobre os rituais de perdão como estratégia política do Estado capitalista. Para isso, optamos por um formato de ensaio crítico para pensar o tema, cuja organização do texto foi realizada em três seções. A primeira seção reflete sobre o perdão e sua eficácia política desde o ponto de vista simbólico. A segunda trata do Estado capitalista contemporâneo e de sua “política de perdão” em casos particulares, demonstrando que essa estratégia política é antiga e está sendo reconfigurada atualmente. A terceira seção aborda o caso brasileiro de "# OAmorVenceu" na vitória de Luiz Inácio Lula da Silva em 2022 e como essa “retórica do amor” reformula o processo de perdão, a ponto de não mais existir mais a necessidade do mesmo, subvertendo a lógica do “pedido-aceitaçãoreconciliação”. Por fim, são feitas algumas breves considerações finais com o objetivo de direcionar as reflexões para novas observações.

Descritores: Perdão; Estado; Antropologia; Crítica; Marxismo.

   

“#O AMOR VENCEU” IN LULA’S 2022 VICTORY: FORGIVENESS, STRATEGY AND THE CAPITALIST STATE IN ANTHROPOLYTIC THOUGHT

Abstract: This article has the objective of reflecting on the rituals of forgiveness as a political strategy of the capitalist State. We opted for a critical essay format to think about the topic, whose organization of the text was carried out in three sections. The first session reflects on forgiveness and its political effectiveness from a symbolic point of view. The second session presents the contemporary capitalist State and its “forgiveness policy” in particular cases, demonstrating that this political strategy is old and is currently being reconfigured. The third section deals with the Brazilian case of “# OAmorVenceu” in the victory of Luiz Inácio Lula da Silva in 2022 and how this “rhetoric of love” reformulates the process of forgiveness, to the point of no longer existing its necessity, subverting the logic of “forgiveness-oiling-reconciliation”. Finally, there are some brief final considerations in order to direct the reflections for new observations.

Descriptors: Forgiveness; State; Anthropology; Criticism; Marxism.

INTRODUCCIÓN

Las experiencias de perdón como forma de apaciguar las tensiones y renovar la cohesión hecha por el Estado capitalista ha sido una estrategia política muy frecuente en el siglo XXI. Si bien esto no es necesariamente nuevo, dado que las primeras experiencias de «disculpas» formuladas institucionalmente a nivel internacional ya estaban presentes desde el primer cuarto del siglo XX, es importante señalar que fue muy recién, en el período del capitalismo ultraneoliberal financiarizado, que estos pedidos se vienen multiplicando.

Partimos de la hipótesis de que el perdón, una vez ritualizado, actúa con mucha más eficacia cuando es utilizado por los gobiernos como forma de eludir la insatisfacción, mediante el reconocimiento de sus errores, por un lado, mientras que, por otro lado, utiliza los mecanismos de la forma jurídica estatal para mantener las relaciones sociales capitalistas desarrollándolas. Esta estrategia política, por mucho que parezca un pedido de perdón genuino, en esencia solo ayuda a la perpetuación del modo de producción capitalista al contener las revueltas populares e impedir la visión del futuro más allá de esta sociabilidad.

Así, entendemos que los Estados capitalistas contemporáneos han constituido verdaderas políticas de perdón que, según el caso sociohistórico, o la circunstancia del arrepentimiento, o incluso la coyuntura de mantenimiento de la gobernabilidad, han ido complejizando sus formas de usar el perdón como estrategia para «apaciguar» los sentimientos, para hacer de la lucha de clases del siglo XXI una quietud aburrida. El sentido de esto es claro: dar la sensación de un alto grado de estabilidad de las instituciones burguesas, sedimentando en los ideales sociales la percepción de inmutabilidad y, por lo tanto, de perpetuidad de estas instituciones.

Luego, el objetivo de este artículo es reflexionar sobre los rituales del perdón como estrategia política del Estado capitalista. Para ello, optamos por un formato de ensayo crítico para pensar el tema, con el texto organizado en tres apartados. El primer apartado reflexiona sobre el perdón y su eficacia política desde un punto de vista simbólico. La segunda sección trata sobre el Estado capitalista contemporáneo y sus políticas de perdón en casos particulares, demostrando que esta estrategia política es antigua y actualmente se está reconfigurando. En la tercera sección, se aborda el caso brasileño de «# OAmorVenceu» en la victoria de Luiz Inácio Lula da Silva en 2022 y cómo esta retórica del amor reformula el proceso del perdón, hasta el punto de que ya no lo sea más necesario, subvirtiendo la lógica «pedido-aceptación-reconciliación». Finalmente, se tejen breves consideraciones finales con el fin de encaminar reflexiones hacia nuevas observaciones.

PERDÓN Y EFICACIA POLÍTICA

En términos generales, la psicología social y la antropología cultural admiten que el acto de perdonar está relacionado con reconocer que alguien ha agraviado a una persona. Sin embargo, la víctima opta por dejar al lado el rencor en relación con quien la traicionó, con quién le agravió o incluso injurió.1 En las ideas populares, el acto de perdonar es un acto de decisión de un individuo con respecto a cuestiones internas que perturban su paz interior.

También hay un entendimiento de que perdonar es importante. En culturas con gran influencia judeocristiana, el papel del perdón está íntimamente asociado a la narrativa de purgar del alma sentimientos deletéreos (la culpa), y/o a la búsqueda de una evolución espiritual, extirpando así el resentimiento, la ira y, en particular, la arquitectura de una posible venganza. Cuando sentimientos negativos como estos dominan a un ser humano, se manifiesta lo peor de él, desencadenando daños físicos y psíquicos en sí mismo y en quienes lo rodean.

A pesar de que perdonar no significa necesariamente olvidar, sino más bien recordar lo que pasó, aprender con los errores del pasado y madurar sus elecciones a través de la experiencia histórica individual, puede servir como una manera muy efectiva para sujetos singulares trabajar el perdón. Pero esto no parece ser tan eficaz a la hora de pensar en la experiencia histórica social.

La diferencia de los sesgos de memoria de un individuo es distinta de los sesgos de la memoria social. La memoria social depende de otros artificios para mantenerse viva y es rehén de un sostener –mucho más complejo– que depende del paso de generaciones que vivieron los hechos a aquellas generaciones que no las vivieron. Además, es necesario el cultivo de las verdaderas versiones sobre los hechos. Este sesgo de memoria social, si podemos llamarlo así, es muy diferente al sesgo de memoria del individuo y requiere mucho más compromiso de la sociedad para mantenerlo vivo y, aun dentro de los límites interpretativos que mantienen los entendimientos desde el punto de vista de la visión específica de la clase obrera (y no de la clase dominante).

Así, a la hora de pensar en el desarrollo del poder del perdón social, éste puede, según las circunstancias, significar «olvidar» un hecho trágico, una violencia brutal contra los trabajadores o incluso desdibujar hechos controvertidos sugiriendo interpretaciones que enmascaran el daño causado a las clases más pobres. Sin embargo, sin traer consigo el sentimiento de aprendizaje social o tampoco ser un insumo para mejores opciones políticas que favorezcan a la clase trabajadora en el futuro.

Es en este sentido que coincidimos con González Cruz et al.2 cuando señalan que es cada vez más frecuente la tendencia de los Estados-Nación a ritualizar los procesos de perdón para garantizar la efectividad política derivada de este acto. Su propósito es claro: armonizar los estados de ánimo de la clase que vive del trabajo y aliviar la lucha de clases, permitiendo que el proceso de violencia constante (del capital sobre el trabajo) se mantenga óptimo, con el Estado capitalista como solucionador de estos conflictos.

El rito es un elemento importante en este proceso. Apenas el hecho de pedir perdón no se caracteriza como un acto suficiente para que la opción de aceptarlo sea efectiva. La eficacia política del acto del Estado capitalista al hacer aceptar su pedido de indulto permea la necesidad de la construcción de un «rito». De ahí el papel ritualizado del acto del perdón, publicitado y maniobrado con cautela y teatralidade, ser central. Parecer un sentimiento real de compasión justifica el arrepentimiento por el dolor de los pueblos o poblaciones diezmadas diariamente por el propio Estado.

Segalen3 explica la complejidad del rito que garantiza la necesaria eficacia simbólica:

los ritos deben ser considerados siempre como un conjunto de comportamientos individuales o colectivos relativamente codificados, con apoyo corporal (verbal, gestual y postural), carácter repetitivo y fuerte carga simbólica para actores y testigos. Tales conductas se basan en una adhesión mental –de la que el actor eventualmente no es consciente– a valores relacionados con elecciones sociales consideradas importantes y cuya eficacia esperada no proviene de una lógica puramente empírica que se agotaría en la instrumentalidad técnica de la conexión causaefecto.3(32, nuestra traducción)

El ritual del perdón, una vez realizado en las condiciones que le son propicias, adquiere eficacia al convertirse en un elemento resolutorio utilizado correctamente «en tiempo» y «en forma».4 Vale la pena señalar que una forma de perpetuar la violencia cotidiana es optar por rituales de perdón con alta eficacia simbólica, especialmente en tiempos de «gran injusticia». La idea es que estos rituales demuestren que «es necesario el perdón» y que la clase obrera pueda creer en su altruismo, ejerciendo, aunque sea de forma simbólica, madurez y experiencia, sería lo mismo que creer que el hecho injurioso no volverá a repetirse.

Por ello, Lévi-Strauss5 deja claro que la creencia en el acto simbólico es fundamental para su eficacia. En el resumen Cichowicz6 afirma que:

Aprehendiendo la eficacia ritual como eficacia simbólica, el antropólogo francés argumentará que la eficacia de la magia implica necesariamente la creencia en ella. Esta creencia, a su vez, se presentaría bajo tres aspectos complementarios: la creencia del brujo en sus técnicas, la creencia del paciente en el poder del brujo y el consenso colectivo.6(105, nuestra traducción)

Otro punto importante de la eficacia simbólica de los rituales, específicamente los de perdón proporcionados por el Estado capitalista, es que estos rituales apuntan, como expone Lévi-Strauss,5 a la cura de una herida. En este caso, la creencia en el acto ritualista que permite la sensación de cura del alma de manera similar a la cura chamánica presentada por el autor. El rol del indultador (pueblos originarios, movimientos sociales, grupos de activistas políticos, etc.) al indultado (estado capitalista) trae el sentimiento de sanación de una injusticia histórico-social vivida que, a partir de este ritual, puede darse por resuelta. En palabras de Cichowicz:6

[...] al analizar los procesos de curación chamánica, Lévi-Strauss observa que la explicación de la curación como un fenómeno psicológico no tendría sentido hasta que se definan las formas en que tales representaciones son invocadas en la lucha contra las perturbaciones fisiológicas [...]. Así, para que la curación ocurra a través de la creencia, sería necesario organizar el estado de caos experimentado por la víctima para hacerlo inteligible[...].6(105, énfasis añadido, nuestra traducción)

Es en este punto, la «posibilidad de curación» es donde entra en juego la operación entre mito y rito. En otras palabras, entra en juego la figura mítica de la solución «mágica» de los conflictos, como encarnación simbólica de esta magia en rito. Esta operación culturalmente delimitada demuestra la eficacia simbólica del ritual para curar las heridas del pasado sin necesidad de racionalizar la relación concreta de causa y efecto.

Así es que este rol sacro de la atribución del valor (simbólico), construido subjetivamente en el mito y legitimado en el rito7 es capaz de impregnar al Estado capitalista con la solución de problemas como si fueran emanados de fuerzas sobrenaturales, como dictados por los sistemas de creencias de los que forman parte los pueblos subyugados, sin necesidad de que el Estado resuelva realmente los problemas.

Es esta la estrategia política en que el Estado capitalista contemporáneo apuesta. Él ha venido desarrollando formas de ritualizar el perdón como forma de generar en la clase trabajadora un sentimiento de necesidad de permanecer en paz con el Estado y consigo misma. Al perdonar, sería posible librarse del sentimiento de amargura que puede aprisionarla en torno a un recuerdo negativo, aunque sea una herida profunda que ha diezmado cientos de vidas o llevado la tragedia a miles de familias.

El Estado y las políticas del perdón

Para desarrollar el perdón es necesario que, aunque el recuerdo del acto pasado vuelva a visitar los pensamientos, no afecte el presente ni sacuda la paz habitual. Sin esto, una persona que no perdona queda estancada, impedida de realizar una simple interacción por un mal presentimiento.

Este argumento anterior es el que fundamentalmente utiliza el Estado capitalista para que la población siga hacia adelante y no marche atrás.8 Los rituales de perdón adoptados por el Estado capitalista han ido traduciendo su eficacia simbólica al referirse a otra dimensión explicativa: los efectos de un determinado tipo de acción violenta o experiencia trágica. O sea, no se trata más de apenas pedir disculpas por los hechos malos pero sí enfocar en los efectos morales, simbólicos y psíquicos de aquellos que perdonan van a vivenciar si no aceptan el pedido. Es así que cuestiones como la dicotomía entre el orden objetivo y subjetivo, entre lo físico y lo moral, entre materia y símbolo, entre representacionalismo y pragmatismo, están en juego en esta diferencia entre las dos dimensiones de la curación social. Diferencia que en la que, en cierto modo, se restablece la dicotomía entre magia/ciencia o entre religión/ciencia, o incluso, en términos más directos, entre rito/técnica.9 Pero es necesario tener en cuenta que el rito no solamente restablece la dicotomía sino garantiza la disyunción del mundo entre lo sacro y lo profano para mantener el orden simbólico-real. El rito elimina los umbrales peligrosos.

Por tanto, la explicación que presenta el rito del perdón se vuelve más convincente y justifica los hechos porque partiría del sentimiento genuino de arrepentimiento que ya enfoca en consequencias. Así, la explicación racional de los fenómenos empieza a tener menos poder explicativo. Se reducen ante amnistías políticas para militares, ante reparaciones económicas insignificantes o en las justicias transicionalesa incompletas, por ejemplo.10 Condenas demoradas por largos procesos judiciales e incluso detenciones que no son practicadas por foros privilegiados o criterios legales de protección de altos cargos, también ayudan a que la reparación social que debe hacerse no se produzca, abriendo grietas para el mantenimiento de la economía capitalista y su violencia estatal.

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a Justicia transicional es el conjunto de acciones, dispositivos y estudios que surgen para enfrentar tiempos de conflictos internos, violación sistemática de los derechos humanos y violencia masiva contra grupos sociales o individuos. Los objetivos que guían la justicia transicional son: a) enjuiciar a los autores de delitos y violaciones graves de derechos humanos; b) establecer la verdad sobre los hechos ocurridos en el período; c) registrar, reconocer y dar visibilidad a la memoria como construcción esencial de la historia del país; d) ofrecer reparación a las víctimas; e) reformar las instituciones que participaron en las violaciones cometidas.

Los casos de solicitudes de perdón por parte de los estados han sido comunes en la época contemporánea, dando lugar a lo que podríamos llamar Políticas de Perdón.

Estas políticas (públicas), que en ocasiones cuentan con la acción incisiva de la sociedad civil, han ido sentando las bases del procedimiento de perdón colectivo. Muchos casos se han esbozado alrededor del mundo. Por ejemplo, el más frecuente ha sido sobre el pedido de perdón por el proceso de colonización brutal y forzada.11 Aún sabiendo que las relaciones de dominación derivadas del colonialismo perduran y los impactos causados por los errores del pasado permanecen en sus secuelas hoy, el Estado ha hecho un llamado al reconocimiento de las discriminaciones y traumas históricos. Es así como las políticas de perdón se vienen refiriendo a un conjunto de discursos y dispositivos políticos que apuntan no solo al reconocimiento de los actores políticos que directa o indirectamente sufrieron la violencia del Estado, sino que también apuntan a un deber de justicia, una reparación, una restitución material y una reconciliación. Como si fuera posible reconciliarse con un Estado que sustenta las relaciones sociales genéticamente destructivas del modo de civilización del capital b.12

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b Ávalos,12 a partir de la crítica a la economía política de Marx, destaca el aporte de este autor en sus estudios en El Capital, a la existencia de una teoría de la dominación cuando desarrolla el análisis y comprensión de las relaciones sociales entre los seres humanos que constituyen momentos en el concepto de capital, y éste como forma de civilización. Ávalos sostiene que el capital es dominación entre seres humanos; dominación que adopta distintas dimensiones y formas según el desenvolvimiento procesal de esta relación.

El caso de Canadá y Australia se hizo notorio porque decidieron retractarse con los pueblos indígenas de las políticas agresivas y racistas del proceso de aculturación y asimilación. Después de las disculpas, iniciaron un proceso de reconciliación, aunque con diferentes resultados: en Canadá, la reconciliación dio preferencia a las negociaciones y tomó el rumbo de la autonomía indígena pero, como suele siempre ser, a través de una política de «arriba hacia abajo» teniendo en cuenta las demandas de las Primeras Naciones y adaptándolas a las negociaciones de la «autonomía jurídica» demostrando que la Reconciliación no es más que otro negocio de los blancos. En Australia, la reconciliación presentó un camino tortuoso entre gobiernos que terminó en un procedimiento de reconciliación formal, legal y burocrático. Resende11 suele coincidir con los expertos en el tema en que existen diferencias culturales y que muchas de las demandas entre colonizadores y colonizados son irreconciliables y, por tanto, lejos de ser una legítima petición de perdón, sólo pretende pasar un borrador en el pasado y continuar con la violencia estatal, por ahora, más sofisticada.

Los países capitalistas centrales ganan notoriedad en las políticas de perdón. Un caso antiguo y conocido fue el caso de Estados Unidos, que se disculpó con el Estado de Guatemala por financiar un estudio en la década de 1940 que involucró a cientos de guatemaltecos, que fueron infectados con sífilis y gonorrea sin su consentimiento, incurriendo en graves implicaciones bioéticas. El estudio, realizado entre 1946 y 1948 en Guatemala, fue claramente una falla ética reprobable y el gobierno de los Estados Unidos se ha ofrecido a disculparse públicamente con todas las personas que se vieron afectadas por estas prácticas repugnantes. El entonces presidente de Guatemala, Álvaro Colom, calificó las experiencias como un crimen de lesa humanidad y no descartó la posibilidad de denunciar el caso.13

Otro pedido de perdón de Estados Unidos estuvo relacionada con la esclavitud y la segregación étnico-racial de los negros. Estados Unidos ha expresado su pesar por la esclavitud en dos resoluciones separadas: una en 2008, escrita por la Cámara de Representantes; y otra en 2009, por el Senado.14

Ambas cámaras se disculparon con los afroamericanos en nombre del pueblo de los Estados Unidos por los daños causados a ellos y a sus antepasados durante la esclavitud y más tarde, en las décadas de segregación que siguieron. Si bien ha habido poca oposición a las medidas, el hecho de que ambas partes del Congreso no se pusieron de acuerdo sobre una sola resolución expone uno de los principales problemas cuando se trata de solicitudes como estas. La disculpa del Senado incluía un descargo de responsabilidad que decía que no podía usarse como base para reclamar una compensación financiera por la esclavitud o la segregación contra los Estados Unidos. Esto fue impugnado por algunos representantes negros en la Cámara, que hicieron campaña por reparaciones para los descendientes de esclavos. El presidente de ese momento, Barack Obama, agradeció las disculpas del Congreso, pero nunca abordó el tema de la reparación financiera mientras estuvo en el cargo.15

Otro caso de un país capitalista central se relaciona con el papel de Inglaterra en la hambruna irlandesa. Poco más de 150 años después del inicio de un período de hambruna severa en Irlanda en 1845, el primer ministro del Reino Unido, Tony Blair, había dicho: «Aquellos que gobernaban en Londres en ese momento le fallaron a su pueblo».15(1) Alrededor de un millón de personas murieron y dos millones emigraron cuando la cosecha de patatas de Irlanda sufrió graves problemas y el parlamento británico tardó en aliviar las restricciones a la importación de alimentos. El discurso de 1997 se produjo en un momento en que las relaciones entre el Reino Unido e Irlanda (que formó parte del Reino Unido hasta 1922) estaban mejorando, y culminó con el Acuerdo de Belfast,15 que buscaba resolver muchos de los amargos desacuerdos entre los dos países sobre Irlanda del Norte. Los críticos se quejaron de que las palabras de Blair no fueron una disculpa completa y formal. Aunque no se ha hecho ninguna oferta de compensación a Irlanda por la hambruna, el Reino Unido ha pagado reparaciones a los gobernados por los británicos más recientemente pero, cuando se trata de los procesos de espoliación en el sur global, la reparación no se pasó en las exigencias de perdón y reparación de las islas caribeñas colonizadas por Inglaterra por ejemplo.15

También es importante no olvidar el famoso caso de la compensación histórica de Alemania Occidental por el Holocausto. Este también podría ser uno de los precursores del caso de pedir perdón a la humanidad. A diferencia de casos anteriores, Alemania Occidental se apresuró a aceptar pagar reparaciones después de la Segunda Guerra Mundial por las acciones de su estado predecesor, la Alemania Nazi. En 1951, el canciller Konrad Adenauer dijo: «Se han cometido crímenes atroces en nombre del pueblo alemán, que exigen una compensación moral y material».15 Los pagos a Israel y a los sobrevivientes del Holocausto a partir de 1953 totalizaron más de 70.000,00 dólares. Sorprendentemente, en este caso fueron algunas de las víctimas las que reclamaron una indemnización. Creían que si Israel aceptaba dinero de Alemania Occidental, perdonaría a los nazis por sus crímenes. Mientras tanto, parte del dinero ayudó a apoyar a Israel en sus primeros años de existencia.15

El Estado Vaticano tampoco se excluye de llevar a cabo políticas de perdón. Aunque la Iglesia Católica es vista en todo el mundo como sinónimo de mejoras y pacificación, el Papa Francisco pidió perdón públicamente por el daño causado a los niños indígenas por la Iglesia. El Papa dijo que está avergonzado del sistema de internados que ha causado la muerte de al menos 4.000 niños por enfermedad, desnutrición, abandono o abuso en el país.15

Las políticas de perdón se han convertido en una tendencia mundial, incluso en países de capitalismo dependiente, y también en los llamados gobiernos progresistas. El caso más emblemático ha sido del presidente de México, Andrés Manuel López Obrador (AMLO) quien ha venido adoptando una clara Política de Perdón por diversos procesos sociohistóricos considerados delictivos. Recientemente, AMLO pidió disculpas a integrantes del pueblo indígena yaqui, originario del norte del país, por crímenes de Estado cometidos en su contra. Según el mandatario: «Venimos a reafirmar nuestro compromiso de hacer justicia a los pueblos yaquis. Primero que nada, queremos pedirles perdón por los crímenes de Estado que se cometieron contra sus antepasados»,16(2) declaró el mandatario en un acto público en Vícam, la comunidad yaqui más grande del estado de Sonora (norte).16

También se realizó otra disculpa histórica y simbólica al pueblo maya. AMLO considera que el colonialismo español tuvo la culpa de las expropiaciones del pueblo maya de Yucatán y señaló a los que ve como víctimas, y habló de reconciliación, pero menos de reparación. Una excusa más afín al discurso político y con poca eficacia política para curar una herida muy profunda. La disculpa a los pueblos mayas se anunció em 2019, cuando se conoció que López Obrador había exigido al rey Felipe VI de España «pedir perdón a los pueblos originarios por las violaciones a lo que actualmente se conoce como derechos humanos».16 El Gobierno español rechazó la iniciativa («Nuestros pueblos hermanos siempre han sabido leer sin ira y con una mirada constructiva nuestro pasado compartido»,2,énfasis añadido era parte de la respuesta), pero la carta abrió una fisura entre ambos gobiernos que aún no ha cicatrizado. El presidente de México no repitió este mensaje, pero no oculta que su postura era exigir las disculpas del Rey de España. La posición del país europeo es exhaustiva: Juan Carlos I, padre del actual monarca, ya pidió perdón en 1990 por las atrocidades cometidas durante la conquista.

Este mismo pedido de perdón de López Obrador incluso fue rechazado por el Ejército Zapatista de Liberación Nacional, que vio más oportunismo político en el presidente que una demostración sincera. «Ni el Estado español ni la Iglesia católica tienen que pedirnos perdón por nada»,16(1) escribieron más tarde. «Basta de jugar con el pasado lejano para justificar, con demagogia e hipocresía, los crímenes actuales y en curso».16(1)

En otro caso, el presidente de México emitió una disculpa formal por la masacre de 303 chinos en la ciudad norteña de Torreón en 1911. «El Estado mexicano nunca más permitirá el racismo, la discriminación y la xenofobia»,17(1) dijo el mandatario durante la ceremonia en Torreón.17 La masacre cometida entre el 13 y el 15 de mayo de 1911 tuvo lugar en plena Revolución Mexicana, cuando los rebeldes que luchaban al mando de Francisco I. Madero tomaron el control de la ciudad.

En este sentido, las políticas de perdón parecen invadir el escenario del capitalismo ultraneoliberalc financiarizado en crisis como un intento,18 aunque sutil, del Estado capitalista de actuar de manera de amortizar el peso de la explotación capitalista, de preparar el terreno para un salto mayor de explotación neocolonial y permitir que la clase trabajadora, formalizada o marginada, esté en paz consigo misma y con el Estado. Este proyecto de avance del capitalismo vía una salida de una aguda crisis estructural, llama, contradictoriamente, desde nuevos tipos de agresión frontal –como en los neofascismos vividos desde el norte global hacia el sur–19 a las formas de mantener el consenso de la política capitalista de dominación por los rituales que recuperan lo más piadoso de la moral burguesa en decadencia: el perdón por seguir violando.

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cLa expresión «ultraneoliberal» es adoptada por Boffo, Saad-Filho y Fine18 a propósito del tiempo histórico entendido como el «giro autoritario» del neoliberalismo, intensificando las políticas de defensa del mercado, con mayores restricciones al gasto público. Según estos autores, el neoliberalismo necesita del conservadurismo radical y del autoritarismo para convertirse en «ultra», ya que las fases anteriores de «instalación» y «subjetivación» del neoliberalismo no fueron suficientes para superar la crisis capitalista de largo plazo vivida tras el crack 2007–2008.18

“#O AMOR VENCEU”: ¿REUNIFICACIÓN, ANTIRREVANCHISMO Y AMNISTÍA?

Existe cierto consenso en que el perdón es una oportunidad para liberarse de las ataduras negativas del pasado y seguir adelante. Por lo tanto, perdonar es una «acción libertadora» que simboliza la inteligencia y permite madurar a la persona. «No perdonar», por lo contrario, impediría la posibilidad de experimentar nuevas posibilidades y tener más satisfacción en la vida personal. Algunos individuos permanecen resentidos con los demás y guardan rencor continuo durante mucho tiempo, lo que es extremadamente dañino para ambos. Al fin y al cabo, quien no perdona, limita sus posibilidades de amar.

Bajo esta retórica de la «posibilidad de amar» que la campaña de Luiz Inácio Lula da Silva en Brasil en 2022 fue trabajada contra su oponente neofascista Jair Messias Bolsonaro, en un intento de restaurar y reunir una nación fragmentada por un intenso proceso de polarización acompañado de una fuerte fascistización social. El eslogan de su campaña se basó en la idea de que El amor vencerá al odio.

Este proceso, aunque electoralmente, se expresó en el estrecho margen de votos que le permitió a Lula ganar las elecciones presidenciales de Brasil en 2022 con una diferencia de solo el 1,8% de los votos válidos.20 El enfrentamiento electoral con el neofascismo bolsonarista asumió una retórica mediática basada en el Amor y su potencial intrínseco para la superación de situaciones difíciles y de sufrimiento social –como fue el caso del período Temer–Bolsonaro (2016–2022)– en el que Brasil sufrió dos eventos sucesivos que dejó muchos traumas sociales en la población brasileña: primero, el golpe de Estado de 2016 contra la presidenta democráticamente electa Dilma Rousseff, y, segundo, la elección de un gobierno claramente neofascista de Jair Bolsonaro.21

Después de ganar las elecciones de 2022, Lula rápidamente asumió la retórica de «El Amor Venció» («OAmorVenceu») convirtiéndose en el primer presidente de Brasil en tener un tercer mandato de manera electoralmente válida y, aún así, fue aclamado como el “líder mundial que derrotó el fascismo del siglo XXI en América Latina”.20

Luego, en el momento político de la investidura del cargo público, Lula retomó la retórica del «El Amor Venció», proponiendo la reunificación del país, reiterando el discurso de que «no hay dos ‘Brasiles’» (en alusión a la división polarizada y explícita en las elecciones) y que se debe superar el resentimiento social de los vencidos para que la nación pueda seguir adelante.

Si, por un lado, los ánimos unificadores parecían dirigidos sólo hacia la parte fascista de la población brasileña, rapidamente se percibió lo contrario. Entonces, el Presidente del Senado Federal, Rodrigo Pacheco, en su discurso durante la toma de posesión del Presidente, en nombre del Estado brasileño, pidió que no haya revanchas del grupo progresista que había tomado el poder (presidente: Lula y vicepresidente: Alckmin), en alusión a los continuos ataques que el gobierno de Bolsonaro realizaba por parte del Estado brasileño a la población, desmantelando derechos sociales –algunos históricamente establecidos, como el derecho a la salud a través del Sistema Único de Salud (Sistema Único de Saúde – SUS), y también en el caso de la universidad pública en Brasil– mientras la pandemia y, también, con el descuido de las muertes y el retraso deliberado en el acceso a la vacuna contra el coronavirus.

En palabras contundentes, Pacheco aseveró que el país necesitaba un proceso de pacificación. Lula, en su discurso, respaldó la posición de Pacheco, diciendo que no habría ánimo de venganza en su gobierno, pero que el terror y la violencia recibidos en su mandato serían respondidos con las más duras consecuencias de la legislación. Lula afirmó que

el mandato que recibimos, frente a opositores inspirados en el fascismo, será defendido con las facultades que la Constitución le confiere a la democracia. Al odio, responderemos con amor. La mentira, con la verdad. Al terror y la violencia, responderemos con leyes y sus más duras consecuencias.22(1, énfasis añadido, nuestra traducción)

Esta apelación al amor como forma de suavizar las tensas relaciones entre el Estado capitalista y la sociedad civil encuentra cobijo en esta astuta estrategia política de reformular el pedido de perdón, revirtiéndolo al uso del amor como forma de confrontar al adversario, pero al mismo tiempo oscureciendo la forma-Estadod en este proceso de rendición de cuentas.23 Cuando la petición de perdón no tiene por qué ocurrir, porque ya se perdonó de antemano por el uso del amor como forma de solucionar los problemas políticos, el perdón –que implicaría un arrepentimiento que tal vez podría servir para evitar la repetición de los errores del pasado– no más es necesario. En este caso, la petición ni siquiera necesita ser considerada, abriendo un hueco para que el perdón no sea una posibilidad y que el amor sea utilizado como arma para disolver las tensiones de poder, como si así pudiera hacerlo. Esta es una grieta para que los procesos de memoria social de los errores pasados se olviden más rápidamente y, por supuesto, aún se puedan cometer, ya que ni siquiera se admitió el error.11

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d La categoría «forma-estado» difiere del aparato estatal. Nos apoyamos aquí en la distinción que nos presenta Holloway en sus estudios sobre la relación entre Estado y Capital. Para este autor, la forma Estado «[...] nos remite a una forma no autónoma de desarrollar las relaciones del capital, lo que no significa que la institución (el aparato) no exista. Se puede hablar de una «doble dimensión» del Estado como relación de dominación capitalista y como aparato. La forma no puede tener una existencia desencarnada, se materializa a través del desarrollo institucional del Estado y del accionar de sus agentes. Asimismo, el desarrollo institucional del aparato sólo puede ser la expresión del desarrollo histórico de las relaciones sociales».23(6)

Hay una expectativa de la izquierda brasileña de que, con el ejercicio del amor, se pueda lograr la reunificación social. Como si ese ejercicio fuera suficiente para superar el resentimiento social por la derrota –electoral apenas–del bolsonarismo. El ejercicio del amor actuaría como una compensación –por la «restauración» de las reglas institucionales del Estado burgués– que podría evitar que se repitan otros levantamientos de carácter despótico sólo por este falso sentido de normalidad democrática.

Parece interessante ver como se genera una taxonomía: izquierda- amor y derecha-odio como si pudiera etiquetar las emociones. Identificando la izquierda con el amor, al mismo tiempo, borra un elemento muy importante, el odio de clase. De tal manera que el discurso del amor borra la lucha de clases y el sentimiento de frustración con la totalidad capitalista. Esto sirve para que se pierda, una y otra vez, la oportunidad de canalizar esfuerzos para la lucha anticapitalista cuyas expectativas de la clase trabajadora es, de nuevo, cooptada por la condescendencia de la forma-Estado.

Aún así, continuando los hechos que resultaron de la toma de posesión de Lula en 2022, en contacto con el público que asistió a la fiesta de toma de posesión realizada fuera del Congreso Nacional, Lula retomó la agenda de la reunificación del país y adelantó su discurso en tono de Uno solo Brasil. La multitud que se congregó frente al escenario rápidamente entonó un coro al unísono de «¡Sin Amnistía!», claramente dirigido a que el Estado Brasileño no perdonase a Bolsonaro por los crímenes cometidos en Brasil durante su mandato, especialmente los relacionados con la gestión genocida de la pandemia vivida en el país.

La etiqueta #SEMANISTIA apareció rápidamente en las redes sociales como uno de los mensajes políticos de rechazo al perdón que el Estado podría otorgar a Bolsonaro por sus crímenes. En respuesta al pedido popular de no amnistiar a Bolsonaro, se abrió una investigación penal tipificando cinco delitos durante su mandato: (a) Divulgación de noticias falsas sobre la vacuna contra el Covid-19; (b) Creación de Fake news y milicias digitales; (c) Injerencia en la Policía Federal; (d) Filtración de datos confidenciales sobre un ataque al Tribunal Superior Electoral (Tribunal Superior Eleitoral – TSE) y, aun, delitos cometidos antes de que Bolsonaro fuera elegido como presidente, tal cual la; (e) Incitación a la violación y al insulto. Aun con todo este historial de crímenes, la expectativa actual es que, a lo sumo, Bolsonaro apenas se vuelva inelegible.24

Sin una solicitud formal de perdón, junto con un proceso de tráfico de influencias y el uso de la forma jurídica del Estado capitalista a su favor, junto con el uso del Amor como forma de perdón inverso y del borrado histórico, tendemos a admitir que el Brasil de 2023 presentará una versión más pulida del proceso de perdón social. Este proceso parece ser el más astuto de los borramientos sociales de la Nueva República, condenando la memoria histórica de los brasileños a los restos de una historia contada luego, nuevamente, por sus verdugos inimputables.

Breves consideraciones finales

Esta es una de las muchas dificultades inherentes al perdón. Estos se deben a que cada uno de nosotros, al pensar en el tema, recurre a nuestra propia experiencia, muchas veces íntima y que puede afectar nuestra identidad. Así, nos encontramos ante la prueba de que la experiencia del perdón es siempre personal y nunca puede ser institucional. El perdón nunca puede ser instrumentalizado por el poder oficial, pues es un asunto humano, puramente humano.25

Estas reflexiones sobre los rituales del perdón demuestran cómo es viable nuestra hipótesis sobre los avances en las políticas de perdón. Estos rituales han sido la estrategia política del Estado capitalista para enfrentar los momentos más agudos de la lucha de clases sin necesidad de represión física directa. El caso del uso del amor como anticipación, o sea, como ni siquiera la necesidad de pedir perdón, justifica como este proceso ritualístico está en avance y requiere más capacidad de análisis de la classe trabajadora para entender y no caer en más este señuelo.

En tiempos de crisis estructural del capitalismo, tiene sentido que los rituales de perdón se multipliquen en un intento de enfrentar la disputa capital-trabajo buscando nuevas formas de domesticar este conflicto. Se espera que en los años siguientes, los momentos de ritualización de los elementos simbólicos, como si el Estado fuera un sujeto, por encima de las clases, un árbitro autónomo e imparcial, se mantengan en el imaginario social y mantengan la ideología del Estado como «contrapunto» de capital.

Contribuição autoral

Todos los autores contribuyeron igualmente a la escritura del artículo.

Referências

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